Los móviles, internet y tú (I)
Donde hablamos de los efectos que pueden o no tener los móviles, Internet y demás sobre nosotros. Y los niños. Nadie piensa en los niños.
Esta newsletter se ha demorado ligeramente debido a que la canija ha tenido una emergencia veterinaria porque no puede dejar de morderse los puntos y joder la marrana. Gracias, Brioche.
Cuando yo estudiaba (1996-2001), el acceso a Internet empezó a popularizarse, aunque mucha gente no tenía acceso en su casa. Facebook inicia su andadura en 2004, Twitter en 2006. Al principio las redes sociales eran mucho más limitadas porque requerían estar sentado frente al ordenador, igual que consultar el email o cualquier otra cosa. Unos pocos años después se popularizan más los smartphones, y todo el mundo pasa a estar conectado todo el tiempo, o eso parece. Como dice bien el maravilloso Bo Burham en el especial Inside, que grabó para Netflix durante el confinamiento:
Could I interest you in everything?
All of the time?
A little bit of everything
All of the time
Apathy's a tragedy
And boredom is a crime
Anything and everything
All of the time
Todo, todo el mundo, todo el tiempo, y gracias al móvil, en todas partes.
No me canso de escucharlo. Es terrible porque es verdadero. Y sin embargo.
Cuando hablamos de la conducta humana, todo el mundo tiene una opinión. Y como todos nos comportamos, generamos continuamente explicaciones de nuestro propio comportamiento. El problema es que, a menudo, nuestras opiniones son una mierda, lo cual, como bien explican Las Punsetes, no nos impide expresarlas a todo quisque. Especialmente gracias a que tenemos Internet. Parte de esta sensación de saber cuáles son nuestros procesos psicológicos se denomina ilusión de introspección, y hablaremos de ella otro día.
Una cosa es lo que nos parece que debería ser obvio que sucede, y otra cosa es lo que realmente sucede. Por ejemplo, mucha gente lleva siglos diciendo que los videojuegos causan violencia, y sin embargo esto no sucede (esta idea viene de un estudio de Bandura antiquísima, con unos problemas de validez ecológica y cuyas conclusiones no se pueden generalizar a la vida real). Si los videojuegos causaran violencia, en tanto que la industria del videojuego es un gigante que mueve más dinero que toda la industria del deporte en EEUU combinada, y que el número de jugadores habituales de videojuegos se estima en más de 3000 millones, pues sucede que de ser cierta esta relación, el mundo tendría que estar en llamas. Pero tenemos miles de ejemplos como este estudio, cuyo título es claro: Los videojuegos agresivos no son un factor de riesgo en la juventud - Un estudio longitudinal. Jugar a videojuegos violentos no te hace menos empático.Ya hablé de esto aquí, hace un tiempo, no le doy más vueltas. Algo parecido pasa con el porno, el cine y mil cosas más, y hablaremos de ello más adelante. Los pánicos morales, como pasó con el rol y los asesinatos, o con los mensajes satánicos en el heavy metal, nunca pasan de moda.
Como aquí nos gusta tratar de opinar con fundamento, en la medida de lo posible, vamos a ver qué pasa con los móviles, la salud mental y otras cosas.
¿Te pudre el móvil el selebro?
Pues es complicado. Vamos a empezar primero por los enanos.
Pese a lo que puede pensarse, la evidencia no apoya especialmente la idea de que las pantallas son inherentemente malas (ni buenas) para los críos. Por ejemplo, una revisión reciente muestra que:
We argue that the effects of screen viewing depend mostly on contextual aspects of the viewing rather than on the quantity of viewing. That context includes the behavior of adult caregivers during viewing, the watched content in relation to the child’s age, the interactivity of the screen and whether the screen is in the background or not. Depending on the context, screen viewing can have positive, neutral or negative effects on infants’ cognition.
O sea, que los efectos cognitivos en los niños pequeños del uso de las pantallas dependerán del contexto, más que de la cantidad de tiempo que pasan usándolas. Otro estudio no encontró ningún efecto en el desarrollo cerebral relacionado con el uso de medios digitales.
En cuanto a problemas psicológicos, la evidencia va también en esta línea: por ejemplo, esta revisión en Nature Mental Health encontró como resultados preliminares que el tiempo que el adolescente pasa en redes sociales es el factor que menos pesa en la aparición de problemas psicológicos. Este estudio de cohortes en Escandinavia muestra que:
La frecuencia de uso (poner contenido, dar me gusta o comentar) no tenía relación con síntomas futuros de problemas psicológicos y,
Los síntomas de ansiedad o depresión tampoco predecían el uso futuro de redes sociales (esto es, tampoco parece cumplirse la hipótesis de que el uso de RRSS es consecuencia de problema psicológico, en vez de causa).
Esta otra revisión tampoco encuentra una relación consistente entre el uso de redes sociales y el bienestar psicológico de adolescentes. En fin, pillas la idea. Hay abundante evidencia a este respecto, y en adultos los resultados pueden ser similares. Por ejemplo, este estudio de 2016 encontró que el uso de Facebook (como ejemplo de comunicación online) puede tener beneficios cuando se usa para comunicarte con personas con las que tienes fuertes vínculos, y cuando el mensaje es para ti. Como cualquier forma de comunicación personal y cercana, claro. Hay estudios que dicen muy claramente que usar menos las redes sociales nos hace más felices o nos da mayor bienestar, pero claro, estos estudios suelen tener una pequeña trampa: el problema no es que uses las redes sociales per sé, no es que la actividad en sí sea ansiógena, depresógena o lo que sea, sino que cuando te obligan a dejar de usarlo, como por ejemplo en el experimento que acabo de enlazar, haces otras cosas que son más gratificantes y claro, tu bienestar se incrementa. Ah, por cierto, este otro estudio encontró que no había ningún impacto negativo entre usar redes sociales y el bienestar o el resultado académico, así que si tu madre te dice que te vas a volver tonto y vas a suspender por culpa de estar todo el día mirando culos en Instagram, probablemente no sea correcto.
O sea, que el uso de redes sociales y pantallas y demás (e.g., videojuegos) no parece tener en sí ningún efecto significativo en el desarrollo cognitivo o en el bienestar psicológico de las personas, habiendo otras muchas cosas en el contexto de las personas que pueden influir mucho más.
OK. Pero hay otra queja.
Bueno, pero esto es como la heroína ¿no?
Se ha hablado y se habla de la “adicción a las redes sociales”, “adicción al móvil” o “adicción a los videojuegos”. Y no hay pocos psicólogos y psiquiatras que claman contra ello, en parte por genuina preocupación, en parte porque a veces tienen montado un chiringuito para tratar específicamente eso1. Aunque se habla de internet gaming disorder en el manual DSM-V y en el CIE-11, que son los dos manuales de criterios diagnósticos más utilizados, lo cierto es que es la validez de estos conceptos está más que disputada. Por ejemplo, este muy buen artículo de la Universitat de Barcelona expone las críticas a considerar estos comportamientos como adictivos, debido a que:
El uso de las redes sociales no responde al patrón descrito para la adicción puesto que no cumple los criterios establecidos para ella. Puede ser problemático y generar consecuencias negativas, pero éstas son leves y no llegan al nivel de las adicciones. Es más fructífero estudiar el contexto del perfil psicológico del usuario, las motivaciones y gratificaciones y su contexto socio-cultural para entender cómo se produce un uso problemático y cómo combatirlo. La falta de estudios longitudinales y de muestras clínicas invitan a la cautela para no patologizar conductas novedosas. En el caso del teléfono móvil, no consideramos que sea una adicción puesto que el móvil es una plataforma en el que se pueden encontrar contenidos que pueden llegar a ser problemáticos, pero el móvil en sí mismo no es el problema.
Es un concepto pobremente construido. Si tú ves a una persona mirando en el móvil en el metro, puede estar haciendo millones de cosas. En sí, la conducta de usar el móvil (o cualquier otro acceso a internet) puede implicar: comunicarse con otras personas, leer y estudiar, jugar, usar redes sociales (y esto admite múltiples significados), escuchar música, mirar fotos para inspirarte para dibujar (este es el uso más frecuente de Internet para mi hija mayor), editar fotografías para tu madre (o por tu trabajo, o por hobby), hacer gestiones bancarias, cultivar tus ganas de suicidarte tratando de comprar un billete en la web de Renfe… El uso del móvil en sí no nos dice nada.
Lo mismo para los juegos online. Puede ser una conducta problemática, pero puede ser una fuente de socialización (me reúno con mis amigos jugando a ese juego) o incluso una profesión si eres lo bastante bueno. Y para serlo tienes que meterle horas. Y eso no es una adicción, igual que entrenar al tenis para jugar a nivel profesional no lo es. Ese es el tema: hay más de 3000 millones de jugadores de videojuegos. No hay 3000 millones de adictos al videojuego, ni la mitad, ni la décima parte. Por supuesto, se puede dar mal uso del móvil, mal uso de las redes sociales, de los videojuegos, de lo que quieras. Comer “bien” es sano, pero se puede llevar al extremo (ortorexia), hacer ejercicio de fuerza es sano, pero se puede llevar al extremo (vigorexia), y nadie va diciendo que comer bien es adictivo y que hay que evitarlo, o que dejes de ir al gimnasio por si te vuelves adicto a las pesas.
¿Hay gente (adultos o menores) que pasan demasiado tiempo en redes sociales o videojuegos y que podrían estar haciendo cosas mejores con su tiempo, o parte de su tiempo? Sin duda. ¿Puede haber contenidos en Internet que causen malestar o no sean adecuados para menores o para la vida humana en general? Pero vamos, del tirón. No hay duda. Pero no podemos hablar de esto como se habla del consumo de sustancias o el juego patológico, no tiene sentido.
Además, tenemos un problema teórico muy gordo con la definición que hacemos de adicción y cómo usamos el término en muchos medios. Mirad este ejemplo:
Unos científicos decidieron realizar una investigación que, hecha completamente en serio, es una absoluta parodia. Hecha con intención, a caso hecho, para demostrar lo que acabo de decir.
En este estudio, encontraron que:
El 69% de los adolescentes son adictos (según los criterios diagnósticos habituales a “tal cosa.”
Pasan mucho tiempo pensando en hacer “tal cosa”.
A menudo acaban pasando más tiempo haciendo “tal cosa” de lo que esperaban al principio.
A menudo ignoran a sus familias para hacer “tal cosa”.
Si no pueden hacer “tal cosa”, se ponen irritables y se altera su estado de ánimo.
Les cuesta mucho resistir hacer “tal cosa”.
Seguramente estarás pensando que “tal cosa”, tratándose de adolescentes, sea hacerse pajas, y ya estarás flexionando los dedos para escribir muy fuerte en Internet sobre cómo el porno online está destruyendo a la juventud y boniatos. Pero no, no es masturbarse.
Es pasar tiempo con sus amigos. Los adolescentes son adictos a estar con sus amigos. Cómo te quedas.
Según esta investigación, si aplicamos los criterios de adicción a la conducta de “pasar tiempo con los amigos” pues la mayoría de los adolescentes, casi 7 de cada 10, lo son. Y esta gente lo hizo todo bien, ¡incluso desarrollaron un cuestionario para medir la Adicción a la Amistad Offline! Y ese cuestionario es válido, está baremado con rigor. Lo que pasa es que claro, el constructo “adicción a la amistad offline” es una gilipollez como una montaña de pianos de cola2. La premisa del estudio es sátira, pero la metodología del estudio es real. Al final del artículo los autores aclaran que esperan que se entienda que esto es ironía, una crítica a cómo se conducen muchos estudios sobre adicciones, y que la gente no se ponga a chillar.
¿Por qué este estudio no ha recibido más atención? Bueno, porque salió el 18 de marzo de 2020. Y estábamos a otras cosas.
Lo que pretende mostrarse aquí es que es muy fácil inventar adicciones, y demostrarlas, si asumimos cosas acerca de esa conducta que queremos mostrar como una adicción.3 Claro, todos entendemos que hablar de “adicto a tus amigos” es una gilipollez, pero nos olvidamos de que muchos usos de internet son exactamente eso.
Si queréis saber más de este tema, gente como José César Perales hacen una divulgación estupenda y explican muy bien por qué sólo la adicción al juego de azar y la adicción a sustancias pueden, a día de hoy, considerarse adicciones de un modo técnico y riguroso. Quizá elaboremos más sobre esto en el futuro.
Entonces me puedo meter el móvil por el culo, ¿verdad?
Para. No te metas nada por el culo aún. O sí, si ya lo has probado y no ha pasado nada malo, pero espera con el móvil.
Que el uso de internet y los móviles no haya demostrado tener estos efectos psicológicos de los que hemos hablado (o que, cuando estos se dan, los móviles o internet sean una variable mediadora y no causal), no implica que no pueda haber otros efectos psicológicos, que son muy interesantes y merece la pena considerar. Y los consideraremos, seriamente, en el próximo artículo, que recibirán el lunes que viene los suscriptores en la lista de pago. Hablaremos sobre qué pasa con la cantidad de información que recibimos, cómo se diseña una app para que pasemos más tiempo usándola, qué pasa con nuestra atención, nuestra memoria y más cosas.
Un extra, y me despido hasta el lunes. Sed buenos y disfrutad.
El extra: más psicología que la persona vitamina
Hay más psicología en este vídeo de Tom Cardy que en todos los libros de la psiquiatra vitamina. Echadle un vistazo. Miradlo con atención. Hay una idea central en este vídeo, y la gente paga una consulta de psicología o muchas por aprenderlas.
Este es otro melón por el que he recibido hasta amenazas de querella.
Si no lo ves así, probablemente no debas seguir leyendo.
A esta falacia se la llama petición de principio.
La angustia existencial de después de escuchar la canción de Tom Cardy
Está este post y luego está el que ha sacado Luis Miguel Real sobre minimalismo digital. Entiendo que no tratan sobre el mismo tema, pero sí de algo muy parecido y con afirmaciones que podrían llegar a ser contradictorias con las que hay aquí. Sé que es un tema complejo y con muchas aristas, pero es que una ya no sabe con qué idea global quedarse 😅