De palomas, procrastinación y autocontrol
Quién iba a pensar que se podían dejar cosas para otro momento sin tener móviles ni redes sociales
Adanismo, un huevo colgando y el otro lo mismo
La RAE define el adanismo como:
Hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente.
En las redes sociales veo mucho esto, gente manifestando su descubrimiento de algo como si este algo fuera nuevo en la historia de la humanidad, siendo algo viejo como cagar en cuclillas. Una de estas cosas es la distracción, la procrastinación (al final la RAE se rindió y aceptó la importación del anglicismo), como lo quieras llamar, que ahora se atribuye a los móviles y el internet, y leyendo a algunos parece que antes vivíamos todos en la Academia de Atenas, nuestras mentes un foco perfecto de atención indestructible, antes de que empezáramos a tener la capacidad de atención de un pez dorado1. Sólo ahora que los móviles e Internet han entrado en nuestras vidas nos distraemos, procrastinamos y somos incapaces de hacer nada porque el móvil nos llama y nos exige casito.
Sin embargo, Nir Eyal, en su fantástico libro Indistractable nos argumenta que en realidad la distracción no es algo que esté en los móviles o los ordenadores o internet, sino que está en nosotros. O más bien, que hacemos nosotros. Como ejemplo Eyal nos ponía un intento suyo de trabajar con un procesador de texto sin conexión a internet, ni móvil ni nada, y cómo igualmente se distraía hojeando los libros en las estanterías. Quitar una fuente de distracción no es la solución, porque la sustituyes por otra, porque la que llamamos fuente no es la causa, sino un medio. La distracción, como el autocontrol, es simplemente una conducta que elegimos realizar (que discriminamos) en un momento y un contexto determinado.
Las palomas también pierden el tiempo (más o menos)
El otro día me encontré este fantástico artículo de James E. Mazur, que es un psicólogo conductista que ha estudiado muchísimo la conducta que podríamos denominar como autocontrolada, en modelos animales y humanos. Y es un ejemplo de estudio sobre autocontrol y procrastinación.
Mazur, J. E. (1996). Procrastination by pigeons: Preference for larger, more delayed work requirements. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 65(1), 159-171. https://doi.org/10.1901/jeab.1996.65-159
En el artículo Mazur nos muestra que las palomas, como los humanos, tienen lo que se denomina un punto de indiferencia: un punto a partir del cual preferimos un reforzador menor, pero más inmediato, a un reforzador mayor pero más lejano en el tiempo. Si estamos exactamente en el punto de indiferencia, ambas opciones son igualmente apetecibles, pero cuando nos alejamos, una de las dos es más probable que la otra.
El diseño de estos experimentos es usualmente el presentar primero una opción (picar un botón u otro), y asociar un reforzador mayor a uno que otro (por ejemplo, pulsar un botón te da una pieza de comida y pulsar el otro te da tres). Claro, si pulsar cualquier botón inmediatamente te da acceso al reforzador, el animal preferirá siempre el botón que dé el reforzador más gordo. Pero si empezamos a manipular las condiciones de modo que el botón de la recompensa pequeña te la dé inmediatamente, y el botón de la recompensa mayor obligue al animal a esperar antes de recibir el reforzador, llegamos a un punto en el que, si el animal tiene que esperar suficiente tiempo por el reforzador mayor, acaba por elegir antes el reforzador pequeño. Una pieza de comida ahora es mejor que tres dentro de media hora. Y eso es el punto de indiferencia, en resumen.
Mazur encontró que, tanto para reforzadores (consecuencias apetitivas) como para consecuencias aversivas, la distancia temporal afectaba muchísimo al valor del reforzador o del castigo. El tiempo hace decrecer el valor de la consecuencia, tanto buena como mala. Y esto afecta a cómo decidimos, y es un factor enorme en la procrastinación y en eso que llamamos conducta autocontrolada.
Al final la conducta autocontrolada consiste en discriminar (elegir), entre las conductas posibles, una que tiene un reforzador de mayor valor, pero más demorado en el tiempo, frente a otras que tienen un valor menor, pero son más inmediatas. Elegir lo difícil pero valioso (leer un buen libro) frente a algo más fácil pero menos valioso (tirarte en el sofá a vegetar volviendo a ver una serie2). Suponiendo que eso sea lo que tú quieres.
Tú puedes tener una regla verbal que dice que deberías hacer ejercicio, y tú quieres hacer ejercicio. Pero esa no es la elección que haces ahora, en este momento. Los reforzadores de hacerlo (estar más bueno, estar más fuerte, tener mejor estado de salud, lo que sea que te interese) están lejos en el tiempo, y además son castigados a corto plazo (agujetas, fatiga, dolores, sensación de poca competencia cuando estamos empezando). El reforzador inmediato es evitar esos malestares (reforzamiento negativo). Por lo tanto, tenemos un reforzador de menos valor, pero más cercano (evitar unas agujetas ahora) frente a uno más valioso, pero más lejano (estar en mejor forma física). Y la decisión de hacer o no hacer ejercicio la estás tomando ahora. Cada vez que un adicto decide consumir, cada vez que un fumador decide si se enciende un cigarro o no, está valorando una cosa frente a la otra.
Y lo mismo vale para los castigos: si yo tengo dos conductas frente a mí, por ejemplo, estudiar para el examen de mañana o salir de fiesta, una de las dos será recompensada de modo mayor a medio - largo (estudiar y aprobar) y la otra será castigada de modo mayor a medio - largo (salir de fiesta y suspender); por otro lado, una será reforzada de modo menor pero inmediato (salir de fiesta, que lo puedo hacer otras veces) y la otra será castigada de modo menor pero inmediato (quedarse pringando, aunque tampoco es tan grave no salir un día): La clave es que como ese castigo mayor no es ahora, entonces su peso como tal disminuye, y el obtener el reforzador menor y evitar el castigo menor inmediatos toma precedencia.
Hay más factores en esto, claro: por ejemplo, el coste de realizar la respuesta que tiene el mayor reforzador también pesa mucho. Siguiendo con el ejemplo, leer un libro supone un esfuerzo mayor que ver una serie. Comer algo precocinado es más fácil que cocinar. No hacer ejercicio es más fácil que hacerlo (sobre todo si para hacerlo tengo que preparar una bolsa, desplazarme y demás).
Claro, eso explica también por qué muchos problemas “de autocontrol” en realidad son problemas del contexto: quizá nuestro contexto nos facilita o dificulta el realizar la conducta que queremos realizar, y si cambiamos el contexto nuestro autocontrol sube. Pero no es verdad, porque no tenemos autocontrol, hacemos el autocontrol.
Además, muchas personas que dicen no tener autocontrol o “fuerza de voluntad” en realidad tienen una voluntad férrea para otras cosas: tú puedes tener poco autocontrol para estudiar, pero una enorme voluntad para persistir en jugar a un videojuego hasta pasarnos el punto en el que estamos atascados, o persistir en realizar tareas monótonas como grindear3, y para eso sí tenemos la voluntad que nos hace falta. O para practicar un hobby. No tenemos autocontrol o voluntad en general, la tenemos para algunas cosas y para otras no.
Pero los petaos del gimnasio qué
Claro, todo esto podría implicar (o eso parece) que estamos condenados a no tener autocontrol, a que siempre estaremos a merced de las recompensas inmediatas y no podemos desarrollar hábitos ni nada de eso. Pero claro, hay gente que va a entrenar sin perderse una sola sesión, y tienen el cuerpo de esculturas griegas; hay gente que estudia todos los días sin fallo, tantas horas como haga falta; gente que decide que no va a beber y no bebe. ¿Qué pasa con esos?
Pues muchas cosas: estas personas no es que tengan una cualidad diferente de las de los demás, sino que pasan por un par de cosas:
Si estableces un hábito, no tienes que tomar la decisión de ejercer la conducta autocontrolada o la otra. Muchas veces estas personas han empezado teniendo las mismas dificultades que el resto, pero su contexto les ha ayudado de una manera u otra a desarrollar el hábito, y una vez que ya tienes el hábito no necesitas fuerza de voluntad. Rachlin (2000) nos dice que el autocontrol es simplemente una cuestión de patrones de comportamiento (Rachlin, H. (2000). The science of self-control. Harvard University Press.)
Cuando una persona ha persistido suficiente tiempo en la conducta autocontrolada, la distancia temporal con el reforzador mayor cambia. Si yo consigo ir suficiente tiempo al gimnasio como para, por ejemplo, tener los cambios físicos que quiero, ese reforzador no está demorado en el tiempo, ese reforzador ocurre ahora mismo, cada vez que me veo4. Pero no sólo eso, sino que, además, ahora ya no estoy realizando la conducta para acceder a ese reforzador, sino que la realiza para no perder el acceso a ese reforzador, que es un tema completamente diferente. ¿Nunca os ha pasado que, cuando hacéis ejercicio suficiente tiempo, si dejas de hacerlo por lo que sea, lo echas de menos? Estás experimentando esa aversión a la pérdida.
Por tanto, cuando ves a alguien así, no es una cuestión de una cualidad interna que unos tienen y otros no: es como casi todo, una cuestión de aprendizajes, y de modificar el entorno
Por cierto, una revista
Resulta que los amigos de Operants han sacado un número dedicado a las redes sociales. Operants es café para los muy cafeteros si te gusta el conductismo. También es la prueba de que Paul Chance tenía razón al decir que los conductistas divulgan regulero. Pero está muy guapo, y ya que hablamos de autocontrol, está genial tener más contenido de este tipo.
Una clase magistral sobre el tema, por otro lado
Al hilo de la pandemia, el confinamiento y las mascarillas, Santiago Benjumea sacó varios vídeos fabulosos sobre distintos temas, y TAMBIÉN habla del autocontrol desde un punto de vista funcional. Aquí tenéis su perspectiva. Es un vídeo largo, pero vale la pena. Como todos los de Santiago.
Ese dato es mentira y, además, es una gilipollez.
Esto, obviamente, no es un juicio sobre si ver series bien o mal, o si leer libros bien o mal; dependerá de las circunstancias de la persona y sus metas.
Según la Wikipedia, grindear es: “Grind (rutina, trabajo pesado en español) es un término del mundo de los videojuegos para describir el proceso por el cual un jugador realiza acciones repetitivas en el juego con el fin de tener acceso a otras funciones.”
Si esa es la meta que tengo con el ejercicio.
el grindeo se ha perfeccionado, porque no solo es la division a la distancia de planck de un objetivo (obtienes una pequeña parte de tu objetivo a cada poco rato de ir haciendo esa tarea repetitiva y aburrida), sino que añade el factor "tragaperras" porque sueles obtener, de forma aleatoria, otras recompensas como objetos raros cada X decenas o cientos de repeticiones.
Esque cuando lo he leido me he quedado pensando "anda... pos es cierto que el grindeo es pesado como vaca en brazos, y no lo percibo como tal".
A ver como aplico esto a otras cosas que si me dan palo solo de pensarlas, a pesar de que su resultado a medio-largo plazo si me interesa...
Muy interesante el post. No tengo mucho conocimiento ni de la psicología, pero lo que has publicado coincide con mi propia experiencia.