No me gustan los títulos que son puro clickbait. Así que ya tenéis claro de qué va esto en el título.
El mes pasado, el compañero Unai Aso comentó un estudio que pretendía revisar la evidencia acerca de cuáles son los rasgos de las personas con creencias conspiranoicas. Aquí tenéis el enlace al estudio, que además está en acceso abierto. Vengo a ampliar un poco de qué va esto.
No importa lo listo que seas.
Desde hace bastante tiempo, se sostiene (y yo lo he hecho) que no existe un perfil definido de la persona con tendencia a creer en conspiranoias, al menos como resultado de un único factor. La educación académica no impide creer en mierdas, es más, ideas absurdas como la ciencia racial vienen precisamente de universidades y laboratorios científicos y son propagadas por personas con acreditaciones académicas, como Murray y Herrnstein con su libro sobre inteligencia, que es un panfleto pseudocientífico acerca de cómo se hace necesaria una cierta higiene racial porque bueno, hay grupos raciales que son más tontos que otros, que le vamos a hacer, o también las élites intelectuales (los ricos); o como el psicólogo Richard Lynn que decía que el PIB de los países subdesarrollados era más bajo, simplemente, porque sus habitantes son menos inteligentes. Lo de Herrnstein es mucho más doloroso porque Herrnstein fue un destacado psicólogo conductista que contribuyó con ideas tan importantes como la ley de la igualación, que es esencial para entender la conducta de elección (y posteriormente, el autocontrol, que es un tema del que tengo muchas ganas de hablar). Y después de aportaciones tan importantes, se descuelga con una mierda como esta. En fin, nunca podemos tener solamente cosas bonitas.
La inteligencia tampoco protege contra creer en mierdas. Hay gente inteligentísima, premios nobel incluso, que creen en cada mierda que flipas. Philippe Lenard, premio Nobel en Física (1905), era un nazi que rechazó la relatividad por ser un invento judío. Linus Pauling, premio Nobel de Química, insiste en que las vitaminas curan el cáncer. Brian Josephson, Nobel en Física, cree que el agua tiene memoria y que la homeopatía funciona, así como la telepatía y la psicoquinesis. Kary Mullis, premio Nobel de Química e inventor de la PCR, creía en la astrología, y negaba que el VIH causara el SIDA. Y también dijo que se había encontrado una vez con un mapache verde alienígena. Que brillaba. Hay estudios que apuntan a una relación inversa entre el factor general de inteligencia y creer en mierdas, pero los efectos son muy pequeños y nada concluyentes.
La clase social tampoco tiene que ver con la propensión a creer en mierdas, ni la nacionalidad, ni nada de eso. Pero sí ha habido investigaciones que han tratado de vincular la tendencia a creer en mierdas a rasgos de personalidad como la impulsividad, o a condiciones motivacionales (por ejemplo, la psicóloga Carol Dweck propone que toda la personalidad en realidad puede considerarse como un conjunto de motivaciones). Por ello, las investigaciones sobre la propensión a creer en mierdas tratan de abarcar tanto rasgos de personalidad (como los que mide el Big 5) como aspectos de motivación (para qué desarrollan esas teorías).
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