De las Trampas y las adicciones
Una reseña de uno de los mejores libros que vas a leer sobre este tema
Antes de empezar a hablar del libro, vamos a dejar una cosa clara. Uno de los autores, José César Perales, es muy amigo mío. Cada vez que bajo a Granada intento que nos veamos, comer juntos, he estado en su casa, sus hijos y mis hijas han jugado juntos, así que si eso consideras que puede sesgar mi reseña pues no sé, igual tienes razón. Ahí lo tienes. Dicho esto, vamos.
Trampas es un libro escrito por José César Perales y Juan Francisco Navas, publicado por la editorial Next Door Publishers este mismo año. Los autores se proponen acercar de modo divulgativo al gran público el estado actual de la investigación en adicciones, especialmente la adicción al juego de azar.
Este es un libro que marca un listón para todos los que nos dedicamos a divulgar, y los cabrones lo han puesto altísimo. Me cago en vuestros muertos, Perales y Navas.
El libro hace eso que es tan difícil de hacer, que es alcanzar el perfecto equilibrio entre el rigor y la claridad y accesibilidad. Su meta es explicar los mecanismos que subyacen a la adicción, tanto procesos de aprendizaje como sus correlatos fisiológicos, rompiendo mitos como el de la dopamina para todo, y otros similares, y hablando con precisión y claridad.
Trampas hace un recorrido por los mecanismos fisiológicos de la adicción, los procesos de aprendizaje implicados, y los sesgos que hacen que el adicto no cobre conciencia de lo que le está pasando, cómo racionaliza la conducta de jugar. Va mucho más allá de simplemente hablar de que la dopamina esto, o el reforzamiento intermitente lo otro. El uso de películas relacionadas con el juego, tanto clásicas como modernas, hace aún más accesible la obra para todo el mundo.
Los aspectos más importantes
Los autores enfatizan como más importante a la hora de entender la adicción al juego los siguientes aspectos:
Las creencias de los jugadores respecto del juego de azar, y los sesgos psicológicos que entran en juego (nunca mejor dicho) y que dificultan el estimar el riesgo de lo que se hace, y las probabilidades de perder. Sobre todo en aquellos juegos donde se supone que hay un componente de habilidad, como el poker, frente a los que son puro azar.
Las características propias del juego de azar, que explotan ciertas características de nuestra psicología relacionada con actividades como, por ejemplo, la búsqueda de alimento, para que persistamos en una actividad que a menudo no tiene beneficio y sí pérdidas.
Los procesos de aprendizaje implicados en el proceso adictivo, especialmente en el juego de azar: el famoso reforzamiento intermitente aleatorio, la dopamina de los huevos, y otras muchas cosas más (como la teoría de los procesos oponentes).
Y por qué la idea de juego responsable es una completa gilipollez, un invento de la industria que no tiene sentido desde la psicología.
Así que, la verdad: este es uno de los mejores libros de divulgación en psicología que han salido recientemente, es una introducción perfecta al tema de las adicciones, especialmente al juego de azar, y Perales y Navas han subido muchísimo el listón para los que nos dedicamos a la divulgación.
Una vez más, me cago en sus muertos. Pero el libro es la polla.
Hola, charla mañana
Sólo un mensaje rápido y, como siempre, de última hora, para recordaros que mañana estaré en Colombres, Asturias, para hablar un poco de todo en cuanto a psicología, divulgación y lo que queráis gracias a la organización de mujeres Ojalá 7 Días. Allí os esperamos, que el Archivo de Indianos es una pasada de sitio.
Por otro lado, la semana pasada tuve el honor de estar en la UNED en Tudela, dando una charla que alcanzó las 1200 personas asistentes en online, y que en cuanto tenga el enlace para ver por diferido, las pondremos por aquí.
Más cosas que han pasado
Los amigos de Psicoflix volvieron a echar un rato de charla conmigo, y fue un gustazo, como siempre.
Por otro lado, esta entrevista en mi ya ex-facultad ha recibido mucho odio y muchos buenos comentarios, quizá te interese.
Sobre las publicaciones
Soy consciente de que, aunque se han cubierto los mínimos, el ritmo no es el que yo habría querido. Este ha sido el final de curso más intenso que recuerdo, sobre todo porque no suelen ser intensos. El cierre de una etapa como profe universitario, el inicio de otras (como el empezar una colaboración con Alba y Luis, de la que pronto os voy a explicar más), mi primera experiencia como docente para psicólogos en la UAL, que se repetirá en breve en un curso más amplio de terapia de pareja, montones de charlas inusuales para esta época, y bien, la vida que a veces nos pasa por encima. Pero es para tener más tiempo libre y menos presión, y poder hacer menos cosas pero mejor.
De modo que he decidido, de forma meditada, no parar en agosto como tenía previsto, y aprovechar para hablar de una serie de cosas ahora que voy a tener más tiempo, para cuidar más esto, y lanzar más cosas: quiero aprovechar las prestaciones de vídeo y podcast de Substack para jugar con otros formatos, y empezar a hacer otras cosas que, de nuevo, incluirán a otros compañeros: ¿queréis ver lo increíbles que son Luis y Alba? Mirad esto. Esta es la gente con la que voy a colaborar. Es un honor, de verdad. En breve más.
En general, todo el Psicofest fue un pepino de evento como una casa, y la charla que yo hice ha recibido mogollón de odio, mogollón de aplauso, y la voy a volver a poner para tocar los papos.
Mira qué coño, aquí tenéis el evento entero. Disfrutad.
La semana que viene, porno
Hemos tenido mucho debate en Twitter porque Aberron me ha pedido que colabore en un artículo sobre la medida del gobierno de hacer un pajaporte. Y claro, los hiperventilados han salido con sus datos truchos de mierda y su evidencia homeopática. De modo que, para los suscriptores, las próximas semanas, hablaremos de porno, pero de verdad. Qué pasa con el porno y la psicología.
Hasta entonces.
Sobre el juego de azar en el cine, y además de la película que sale en la portada del libro, otra película interesante fue Atlantic City. Creo que esa película consigue ser el retrato de una época y un lugar en los que la gente lucha y no acaba de salir adelante. Tanto si están en su lento e improbable camino hacia arriba como lo está Sally, como si están teniendo una última pizca de gloria antes de marcharse como lo está Lou, todos acaban estando en el mismo barco. Esa es realmente la razón por la que me gustó la película, las tenues conexiones entre personajes sorprendentemente similares en momentos de transición de sus vidas. No sé exactamente cómo, pero Atlantic City captó tan bien esa sensación.